ARQUITECTURA RELIGIOSA
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IGLESIA SANTIAGO EL MAYOR
La Iglesia Parroquial de Santiago El Mayor, presenta en la actualidad un aspecto envidiable. Una Escuela Taller (1993-1996), arropada por vecinos e instituciones civiles y religiosas, ha devuelto la salud a este impresionante templo, con tal acierto que parece recién construido.
La iglesia actual inició su existencia en el siglo XV, sustituyendo a la antigua originaria del primer cuarto de siglo XIII, llamada Santiago "El Viejo". Convivieron ambas construcciones durante muchos años, estando sujeto Santiago "El Viejo" al nuevo templo, Santiago "El Nuevo". El edificio que hoy se presenta magnífico e imponente ante nuestros ojos, fue ampliado en capacidad y altura incluso antes de haber concluido los trabajos, siendo valorada la obra entre las mejores de la Orden de Santiago.
La Iglesia tiene 60 metros de longitud por 16 de ancho, 30 si incluimos las capillas y una altura interior más que considerable. La traza de su planta es de una sola nave, del tipo de salón, alojando capillas entre sus sólidos contrafuertes. Es de estilo gótico flamígero con algunas características isabelinas.
La fábrica de la Iglesia es, en general, de mampostería, excepción hecha de los elementos principales, de estructura u ornato, que están resueltos con sillería labrada. El ábside es poligonal y está presidido por un imponente nicho central. En el interior, la nave se divide en cinco tramos separados por arcos fajones apoyados en pilastras de base hexagonal.
Los pies de nave de la iglesia reciben un más generoso coro, soportado por dos grandes arcos carpaneles. También se acoge en los pies de Santiago el Mayor la torre de base cuadrada que despunta, con sus dos cuerpos y el chapitel de pizarra, los cielos de Membrilla.
La decoración del templo está prácticamente reservada a las portadas, ménsulas y capiteles corridos. En ellos se alojan zoomorfos y motivos vegetales, geométricos e incluso humanos, muy curiosos.
Se conservan también cinco puertas, tres escaleras interiores, algunas de muy bello trazado y tres portadas de acceso, siendo la principal la que abre el recinto por el sur, construida de piedra rosada en estilo gótico flamígero, como la del norte. La oeste responde al barroco final.
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ERMITA VIRGEN DEL ESPINO
La Ermita de Nuestra Señora la Virgen del Espino esta levantada sobre una privilegia motilla y contenida en el Castillo de El Tocón durante cientos de años.
La venerada Virgen ha cambiado de nombre a lo largo de su larga historia. Las primeras referencias la nombran "Nuestra Señora", después "Santa María del Castillo", "Nuestra Señora del Castillo" y finalmente "Nuestra Señora del Espino", a partir del inicio de la leyenda sobre sus apariciones milagrosas y hasta nuestros días.
La ermita se levanta con una sola planta la que con el paso de los siglos se le han ido anexionando diferentes estancias, en función de las necesidades de cada momento. La casa del santero, en la cara oeste, el camarín de la Virgen, en la fachada este y la capilla de Santiago, son los principales añadidos a la planta original. Su aspecto actual difiere radicalmente de la apariencia de construcción defensiva que tuvo en sus inicios.
La desaparición del castillo, en el que ocupaba una parte de las habitaciones, evidentemente no diferenciadas en su arquitectura militar, fue transformando la presencia de este espacio sagrado.
El paso de los años y las sucesivas obras de mejora y acondicionamiento, se encargaron de borrar toda huella de fortaleza y concediéndole de Santuario.
Sobre un importante altozano en el que se llega por una rampa: Membrilla y su Señora.
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CONVENTO CONCEPCIONISTAS FRANCISCANAS
Ocupando un gran solar en la calle de las Monjas, se levantan el Convento y la Iglesia de monjas Concepcionistas Franciscanas de la localidad de Membrilla.
Su fundación fue obra de Francisco Camacho Martín, vecino de la villa que al no tener descendencia propuso en 1609 la fundación de un monasterio femenino. La propuesta fue recogida por una comunidad de monjas de Villanueva de la Fuente, que vio a su alcance la posibilidad de mejorar su vida diaria, ya que subsistían a duras penas, sometidas a la excesiva escasez de medios en el lugar que moraban y a la presión del Vicario de Alcaraz.
Membrilla suponía una buena perspectiva, pues en la localidad no había ningún otro convento femenino y el pueblo era considerado "rico". En 1610 fue autorizado el traslado de estas monjas.
Bartolomé Camacho, hermano del fundador, fue el verdadero promotor de las obras que habrían de transformar las moradas de las monjas en el convento que hoy conocemos, de planta cuadrangular y tres alturas, con muy pocos huecos abiertos al exterior, excepción hecha de los arquitos en la tercera planta y en la torrecilla lateral, realizado con ladrillo y mampuesto vistos. Del conjunto sólo resaltan la torrecilla, de bonita factura y la espadaña, que alberga dos campañas.
En 1623, reunidas las monjas, entre otros unánimes acuerdos juraron bajo pena de excomunión mayor "perseverar y vivir en el convento perpetuamente, sin prendarlo ni trasladarlo a otra parte alguna" y cumplir estrictamente las cláusulas de la fundación.
ARQUITECTURA CIVIL Y POPULAR
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REZUELO
Actualmente se puede visitar el "Molino del Rezuelo", situado en el paraje el Rezuelo, obra que ha sido reformada por la Escuela Taller de Membrilla.
El Molino del Rezuelo era uno de los once molinos de agua que jalonaron el recorrido de esta corriente fluvial a su paso por Membrilla. Recibían los nombres de Molino Chico, Molino del Paso, Molino del Comendador, Molino de Juárez, Molino de Diego del Vado, Molino de Pedro González, Molino de María Martín, Molino de Piña, Molino del Rezuelo, Molino del Blanquillo y Molino de Santa Ana, y se distribuían en este orden por el cauce membrillato, en la dirección de La solana a Manzanares.
La gran mayoría de estas máquinas se encuentran en la actualidad en diferentes estados de ruina, solamente el Molino del Rezuelo se mantiene dignamente en pie, permaneció activo hasta finales de los años setenta.
Las características de estas máquinas que tan importantes han sido en nuestros campos y ciudades, además de que la cercanía del núcleo de población, apenas dos kilómetros, hacen posible visitarlo dando una grato paseo.
La construcción de un molino de agua, aunque aparentemente rústica, si sólo observamos su aspecto superficialmente, requería de la intervención de personas muy expertas que conocían a la perfección el cauce del río, sus caprichos y particularidades. Buscaban los desniveles tan difíciles de encontrar en nuestra Mancha plana y desviaban un "brazo" de agua de su curso natural, mediante una canal poco profundo que era llamado caz o cass.
La tierra que se sacaba de este canal, que discurría paralelo a la corriente del río, se depositaba en sus márgenes, lo que le servía de refuerzo, y si no resultaba suficiente aportaban más de las tierras de los alrededores.
El caz moría en el cubo, un pequeño embalsamiento de agua cuya función era ir reteniendo los aportes del canal. Si el agua embalsada superaba la capacidad del cubo, se vertía por una especie de portillo de seguridad, llamado ladrón, que la devolvía a su cauce natural.
Todo este sistema de conducción y almacenamiento del agua debía ser mantenido continuamente para que no se degradar y el molino funcionara al límite de sus posibilidades. El cubo tenía que ser reforzado, repuesta la tierra de sus márgenes y vigilado muy de cerca para evitar fugas o taponamientos. Era normal que el refuerzo del caz se hiciera con lanchas de piedra o con la plantación de árboles que fijaban con sus raíces el terreno.
Una represa de mampostería cerraba el cubo del molino, compartiendo las fundaciones de retención de agua con las de estructura del propio molino, pues era uno de los cuatro paramentos con que contaba el edificio.
El agua era encauzada para que pasar a presión por debajo del molino y pusiera en marcha las paletas del eje, con cuyo movimiento se transmitía una fuerza de rotación a las muelas de piedra, auténticas artífices del trabajo del molinero.
El grano caía por un sencillo mecanismo entre las piedras del molino y era convertido en polvo gracias al peso de las piedras y al mecanismo de giro.
Evidentemente, la actividad de estos molinos dependía del nivel del cauce y era muy normal que sólo pudieran trabajar en los períodos lluviosos de invierno, teniendo que llevarse el grano en verano a los Reales Molinos de Ruidera o a los molinos movidos por la fuerza de animales: tahonas.
El Rezuelo contó originalmente con tres piedras moledoras, aunque en la actualidad solo quedan dos.
Eran muchos los productos obtenidos de estas antiguas fábricas. En primer lugar, un sistema de cribas apartaba la harina de las impurezas y después se separaba el salvado, la cáscara del grano. A partir de este momento, podían obtenerse diversas calidades de harina, en función de la finura del producto deseada.